Portugal -Norte-

Fechas: 4 días -9 al 12 de octubre de 2014-
Recorrido total: 2.328 km
En solitario

Tenía yo ganas de aprovechar la primera ocasión que tuviera para recorrer algo de nuestra vecina Portugal. Mucho había oído hablar de  la hospitalidad de sus gentes y de los lugares con encanto que abundan en tierras lusas. Una verdadero placer para los sentidos recorreros en moto. Los que me hablaron de esas tierras, no sé si quedaron cortos en sus relatos o es que no supe apreciar lo que me decían pues no hay lugar a dudas de que en Portugal te sientes como en casa desde el primer momento que la pisas. Tal vez sea la cercanía de nuestras fronteras, la lengua. pero algo especial hace que, entre otras muchas bondades, nunca te sientas forastero.
El objetivo lo programé, no en visitar grandes y conocidas ciudades que, con el tiempo espero conocerlas, sino en recorrer el interior, el más profundo, y conocer de cerca a sus gentes.
Así que centraré la ruta en recorrer la región "Trás-Os-Montes e Alto Douro", situada al noroeste del país y fronteriza con las Comunidades Autónomas españolas de Galicia y Castilla y León.
El nombre de esta región le viene por la localización al oeste de las montañas, Marao, Alvao y Geres, que separan el interior de la costa, y que forman un expléndido valle sobre el río Duero. Estas barreras naturales son la causa de la despoblación y la pobreza de esta región durante siglos, siendo la causa de la emigración histórica de sus gentes.
Como en tantas ocasiones la guía de Pedro Pardo: Portugal en moto "Anaya Touring", me ha servido como fiel guía para planificar esta incursión por nuestra vecina Portugal. 

Ruta y poblaciones de paso:
1º día; jueves, 9 de octubre de 2014: Valencia-Miranda do Douro (Portugal); 685 km.
Valencia, Madrid, Las Rozas, Guadarrama, Puerto de Guadarrama -1.511 m-, San Rafael, Navas de San Antonio, Villacastín, Labajos, Adanero, Arévalo, Medina del Campo, Tordesillas, Toro, Zamora, Ricobayo, -embalse de Ricobayo-, Villalcampo, -embalse de Villalcampo-, Miranda do Douro (Portugal).

2º día; viernes, 10 de octubre de 2014: Miranda do Douro-Braga; 360 km.
Miranda do Douro, Vimioso, Carçäo, Argozelo, Outeiro, Rio Frio, Milhao, Gimonde, Braganza, Vila Verde, Vinhais, Sobreiro de Cima, Rebordelo, Lebuçao, Águas Frias, Chaves, Sapiaos, Sao Vicente da Châ, Vila da Ponte, Venda Nova, Salamonde, Cerdeirinhas, Covelas, Braga.

3º día; sábado, 11 de octubre de 2014: Braga-Moimenta da Beira; 260 km.
Braga, Grimaräes, Felgueiras, Lisa, Amarante, Mesao Frio, Frende, Santa Cruz do Douro, Santa Leocadia, Ribadouro, Oliveira do Douro, Anreade, Resende, Cambres, Lamego, Granja Nova, Moimenta da Beira.

4º día; domingo, 12 de octubre de 2014: Moimenta da Beira - Valencia; 1.023 km
Moimenta da Beira, A de Barros, Sernancelhe, Ponte do Abade, Rio de Mel, Trancoso, Alverca da Beira, Freixedas, Carvalhal, Guarda, Vilar Formoso, Fuentes de Oñoro, Carpio de Azaga, Ciudad Rodrigo, El Bodón, Villasrubias, -Puerto de Perales (910 m.)-, Perales del Puerto, Moraleja, Coria, Torrejoncillo, Portezuelo, Cáceres, Trujillo, Navalmoral de la Mata, Talavera de la Reina, Toledo, Aranjuez, Ocaña, Tarancón, Valencia.

Ruta completa:

Ruta en Portugal:

1º día; jueves, 9 de octubre de 2014: Valencia-Miranda do Douro (Portugal); 685 km.
Valencia, Madrid, Las Rozas, Guadarrama, Puerto de Guadarrama -1.511 m-, San Rafael, Navas de San Antonio, Villacastín, Labajos, Adanero, Arévalo, Medina del Campo, Tordesillas, Toro, Zamora, Ricobayo, -embalse de Ricobayo-, Villalcampo, -embalse de Villalcampo-, Miranda do Douro (Portugal).


Sé que llegaré tarde a mi destino. Pero como todavía no sé cual será, salgo sin prisa ni preocupación. Lo que sí sé, es que la lluvia me pillará por el camino -lo acabo de ver en la página del tiempo-.
Son las 11 de la mañana cuando acabo de tener el equipaje preparado y las ruta mas o menos decidida, Es algo tarde para plantearme el llegar a Portugal por la noche pero ¿qué más da? Donde llegue me quedaré y mañana será otro día.
Aún siendo tan tarde, no rechazo tomar un café con un amigo que acaba de saludarme, mientras esperaba en la parada del autobús. Si él da por perdido el mismo, no iba yo a ser menos, cuando mi medio de transporte lo llevo conmigo.
Los 29º que marca el termómetro a las 12 del medio día, cuando salgo de Valencia, invitan precisamente, a lo que voy a hacer: montarse en la monto y echarse el mundo por montera. 
Mi destino es Portugal, así que hasta Madrid tomaré la autopista. Para paliar el aburrimiento de la misma, cuando apenas he recorrido los primeros 200 kilómetros, el Asador Marchena, en la población conquense de Zafra de Záncara, será el encargado de esta misión. Como siempre, cuando entras a este local, lo primero que escuchas en al loro, que hace honor a su especie ¡Mira que charra!

En las cercanías, pero antes de llegar a Madrid, la parada no es para repostar sino a enfundarme el chubasquero, pues la lluvia ha hecho su aparición y, el horizonte hacia donde me dirijo está cubierto de nubes poco tranquilizadoras.

Ya pasado la maraña de "emes" en la capital y pasado Las Rozas, me dirijo a Guadarrama. Aunque la lluvia es intensa, evito el túnel que no deja ver la Sierra y disfruto de ella y del Puerto de Guadarrama  o Puerto de los Leones,.

Allto del León, con la estatua de piedra que le da el nombre.

Tras esta parada volveré a tomar un enlace de autopista

Rodando por el término de Villacastin, provincia de Segovia.

La lluvia va amainado, y el cielo abriéndose. Huele a tierra mojada y da gusto rodar en moto.

El río Duero a su paso por Tordesillas.

Territorio de Toro -no de toros-, provincia de Zamora.

El cartel lo deja claro; Zamora (España). Braganza (Portugal) ¡No queda nada!

Tampoco para terminar la luz del día.


Paisajes de Zamora


Embalse del Esla o de Ricobayo, en los arribes del Esla -principal afluente del Duero-

Atardecer en Zamora, muy cerca de la frontera portuguesa.

Poblado del Salto de Villalcampo


Embalse de Villalcampo


Semáforo, en medio de la nada, para cruzar el embalse.

pasamos el embalse

Central eléctrica y salto de Villalcampo

Luces y contrastes. Carretera sin nombre, me dice el GPS

Menos mal que uno lleva la chuleta a la vista.


Ante esta espectacular puesta de sol y en moto, pasa por mi mente la idea de que es imposible superar este escenario para entrar a un país por primera vez.

Que, ya sin luz, lo tengo a un kilómetro, como me indica la señal.


Miranda do Douro nos recibe bien iluminada. Con reflejos sobre el río que le da nombre: El Duero

Una breve parada para contemplar la ciudad desde esta bonita perspectiva antes de subir a la población y buscar lugar donde dormir. Son las 8 de la tarde y el termómetro marca 16º.

Tras alojarme y ponerme cómodo, me dispuse a buscar lugar donde reponer fuerzas. Restaurante "Sao Pedro", donde degusté un delicioso bacalao a la portuguesa.
Eran los días que en nuestro país se había detectado el primer caso de ébola. La televisión del restaurante no paraba de emitir las noticias del caso español. Cada vez que abría la boca, no para comer, sino para hablar y pedir algo a la camarera en nuestro idioma, sentía que buena parte de las miradas de las mesas del restaurante se centraban en mí. Me embargó un cierto sentimiento de rechazo. Pensé en cómo se pueden llegar a sentir los inmigrantes de determinados países cuando hay quienes tienen reticencias, por decirlo en términos suaves, de las gentes de estos lugares.
Y los inconvenientes de ver la televisión, cuando no toca, me hicieron ponerme algo nervioso. No paraban de sacar imágenes de las inundaciones producidas por un fuerte temporal de lluvias, acaecidas durante la jornada en la población de Braga. Nada en particular, si no fuera que, mañana, mi destino será precisamente esa ciudad, Braga.

Tras dar buena cuenta de la cena, me dispuse a rebajarla, dando un distraído paseo por las solitarias calles de esta ciudad.


La plaza mayor de Miranda do Douro: Plaza de D. Joâo III

El  ténue alumbrado de las calles invita a recorrerlas a estas horas de la noche.

Castillo medieval de Miranda do Douro

Casa da Música Mirandesa.

Al menos encontré, en esta plaza, un lugar donde...

...tomarme una copa. Si, aquí se puede fumar degustando un buen Gin antes de retirarse a descansar.


2º día; viernes, 10 de octubre de 2014: Miranda do Douro-Braga; 360 km.
Miranda do Douro, Vimioso, Carçäo, Argozelo, Outeiro, Rio Frio, Milhao, Gimonde, Braganza, Vila Verde, Vinhais, Sobreiro de Cima, Rebordelo, Lebuçao, Águas Frias, Chaves, Sapiaos, Sao Vicente da Châ, Vila da Ponte, Venda Nova, Salamonde, Cerdeirinhas, Covelas, Braga.

Nada mas llegar la noche anterior a Miranda do Douro, encontré este sencillo y económico hostal. "Flor do Douro". Pregunté y, la amabilidad y familiaridad de los dueños, me hizo sentirme tan cómodo, que no me lo pensé dos veces. También me ofrecieron un garaje para dejar la moto. Fue todo un acierto.

Tras el desayuno, casi en familia, me dispuse a dedicarle un buen rato a visitar la ciudad. No sin antes preguntar si tenía noticias de las inundaciones que ayer se produjeron en Braga. Algo inquieto me sentía pero el señor me tranquilizó con una frase contundente: Las inundaciones que se produjeron ayer en Braga no se van a repetir hoy. ¿Porqué? -pregunté yo-. Porque no es posible que las nubes contengan ya más agua. Le agradecí su buen castellano y buena lógica y marché.

Paseo que da entrada a la población.

Todavía lucia la luna, por un lado.de la ciudad

Por el opuesto, recién amanecido el día, el sol se abría paso entre las nubes.


Antiguas murallas flanquean la entrada del casco histórico.

Muralla prerrománica -siglos X y XI-. Declarada de interés público.



Calles bellas por su sencillez y pulcritud. El pavimento de las mismas redondea la estética de las mismas.  

En la plaza donde se encuentran las ruinas del castillo. Tan solo permanece de pie un torreón de los cuatro que lo conformaban.

En un rincón entre callejuelas destaca la Capilla de Santa Cruz, -siglos  XVII y XVIII-

recorremos estas calles, con caserones de fachadas medievales.

Plaza de D. Joâo III.


En el centro de la plaza una escultura de bronce representan un hombre y una mujer de tierras mirandesas ataviados con los trajes típicos regionales de la zona: "La capa de honras". 


Palacio municipal. Sede del antiguo ayuntamiento. En la actualidad alberga el museo de La Tierra de Miranda.




Antigua Sé de Miranda -siglos XVI y XVIII-. Catedral catalogada como Monumento Nacional.


Al lado de la catedral se encuentra la muralla prerrománica.

Encaramados en la misma muralla podemos apreciar el encanto de las Arribes. Espectacular vista del río Duero abriéndose paso en los cañones labrados por su curso.  

Volví al hotel para ataviarme, recoger bártulos y cargar la moto. "Ella" espera en el amplio refugio que le han dejado para pasar la noche.

Antes de abandonar la población, bajamos por donde llegamos anoche, hasta el puente sobre el Duero, para contemplar, con buena luz, lo que la noche nos negó.

Panorámica de Miranda do Douro. Pueblo amurallado erguido sobre un desfiladero del río Duero.

Tendremos que volver a subir y atravesar la población para emprender la ruta propuesta para la segunda jornada de este viaje. Cambio pues, la hoja de ruta, cuando me encuentro en el puente sobre el río Duero.

Al mismo tiempo que tomaba esta foto, la moto se me iba al suelo -creo que la instantánea ya recoge la moto plegándose-. La poca pendiente que había y el peso de las maletas contribuyó a ello. Bueno, pensé, es una forma de despertarse del todo.

Hoy he madrugado. Lo que me ha permitido hacer un recorrido sosegado por la población y a emprender la ruta a muy buena hora. Son las 9.30 de la mañana cuando arranco la moto para empezar a rodar. La ruta de hoy, de casi 400 kilómetros tiene muy buena pinta. Va a ser muy lenta pero con multitud de curvas. ¡Todo un disfrute! Máxime con el buen tiempo que hace. Temperatura fresca pero con sol reluciente.
La N 218 me lleva a la primera población de paso: Vimioso.  
Nada mas sobrepasar las primeras casas de Vimioso, diviso en una pequeña colina que domina la población una Atalaya. La torre de la Atalaya formaba parte del sistema defensivo del castillo de Vimioso. Una construcción circular que podría ser de época romana.

Una vuelta por la población

recorriendo algunos de sus rincones

Iglesia Mayor de la villa

Robustez en los caserones que abundan en la población.

Posando para el visitante, una vez saciada su curiosidad.

Me dirijo ahora hacia Carçao.

Fácil intuir que tendré que pasar por un banco de niebla.

Parece que se iba a acabar el buen tiempo en la jornada que acaba de empezar, pero no sucedió así.

Este pequeño tramo es espectacular

Por la garganta del río Maças


La niebla, a medida que dejamos el curso del río, se va disipando.


Continuamos rumbo a Carçao. No tardamos mucho en llegar.

Carçao, pequeña población de poco mas de 500 habitantes. Ha sido denominada "la capital del marranismo", denominación peyorativa que se dió a los judeoconversos de los reinos cristianos, por la gran cantidad de vestigios que ofrece sobre el judaísmo. 

Lápida que inmortaliza la condena a muerte a la que fue castigado un habitante del pueblo, acusado de matar a un juez y de partir una cruz. Servía de advertencia a todos aquellos cristianos que tuvieran intención de seguir judaizando. La simbología judia aflora por muchos de los rincones de esta pequeña población.



Plaza empedrada en Carçao. Ni un alma por allí.

Capilla de Santa Maria.

Me cuelo por donde, en coche, sería imposible. Sus calles empedradas y estos bellos rincones hacen de imán para mi.

En la parte alta del pueblo encuentro la Iglesia Matriz, encojanada entre estrechas calles.

construcciones de viviendas.

viviendas con sus graneros, que te trasladan a épocas pasadas.


También, formas de vida, que me recuerdan otros tiempos.

Señalizaciones en las travesías de las poblaciones que denotan, seguramente, el promedio de edad de sus moradores.


No hay que descuidarse cuando se rueda en Portugal por estas latitudes.

Outeiro es la siguiente población que me encuentro.

Y para recibirme, ahí está el cacho mastín. Cruzado en la carretera. No pude pasar hasta que me dió su consentimiento. Entonces, le agradecí su gesto con una instantánea de su presencia.


Magestuosa la iglesia que ostenta esta pequeña aldea. Iglesia do Santo Cristo -siglo XVII-, declarada Monumento Nacional.

En  la misma plaza y frente la iglesia, se levanta este Crucero.

Iglesia, crucero y moto. El mastín, no anda muy lejos.

Parte trasera de la iglesia. Seré sincero: Intentaba reiniciar mi ruta evitando el lugar donde parecia que me esperaba el mastín, que sentía yo que me merodeaba. No había salida, tendría que volver a pasar por delante del mastodonte.

Y este debió de ser el regalo por el mal trago que acababa de pasar.

Tras un tramo retorcido pero disfrutando de lo lindo.

pasé Milhäo

y me detuve en este rincón.

un merendero próximo a la carretera

que aproveché para echarme un cigarrillo en una buena sombra.

Continuo por esta retorcida carretera

disfrutando de un buen día y de bellas vistas.

Tras rodar casi 40 kilómetros de carretera solitaria, se agradece una buena sombra al abrigo de una parra. 


Y sobre todo hablar con alguien aunque sea tan solo para pedir un café.


Vuelvo, en cierta medida, a la civilización. Un bello meandro formado por el río, me despierta del embrujo de la soledad.

a su paso por Gimonde

Puente Gimonde, también conocido como Puente Viejo. Se trata de un puente de piedra romano


Tras la retahíla de pequeñas poblaciones muy despobladas, carreteras solitarias y bellos parajes, llego a una ciudad: Braganza. Capital del distrito del mismo nombre, en la región de Alto Trás-Os-Montes. La silueta del castillo sobresale en el perfil de la ciudad, como un reclamo. Y allí me dirijo.

Muralla y puerta de entrada a la ciudadela.

Castillo de Braganza -siglo XII-. Situado en lo alto del cerro donde se asienta el casco antiguo de la ciudad. Destaca la robusta torre del homenaje.


No hace mucho que ha llovido y el empedrado no favorece mucho la bajada. Seremos finos.

En la parte baja del casco antiguo encontramos la Iglesia de San Vicente, de origen románico.


Su prebisterio barroco.


Recorremos el casco viejo, con sus viejas casonas.


Plaza Vieja, una de las plazas mas antiguas de extramuros, o ciudad nueva.

En el centro de la plaza se encuentra un monumento a los muertos de la I Guerra Mundial, donde figuran los nombres de las víctimas.

Contrastran antiguas, robustas y bellas fachadas

con otras, también antiguas pero menos bellas y pomposas.


Plaza de la Catedral. Epicentro de la ciudad en extramuros. Además de la antigua Catedral, destaca un crucero de piedra del siglo XVI.


Un bonito jardín con numerosos pasillos para el paseo.


Parte moderna de la ciudad.


Plaza Camoes


Abandonamos Braganza, con esta otra imagen de la plaza


De nuevo en ruta, Me llama la atención este cartel. Le hago caso.


Y me descubre construcciones sencillas, seguramente como sus originarios moradores. Grandais, que así se llama este lugar, es un conjunto de antiguas casas construidas en piedra y barro, con sus pajares adosados o superpuestos a la propia casa.

que seguro que son pura esencia de estas tierras. Bajo por sus estrechos, empedrados  y difíciles callejones

que me permiten descubrir humildes y escondidas iglesias.


caseríos bien restaurados.

y rincones con mucho encanto.

Al salir de esta "Aldeia Preservada" descubro su nombre. Pues bien está que se siga preservando, para disfrute de los que nos perdemos por estos lugares.

A la sombra de un hermoso ejemplar de castaño.

Me recreo contemplando la abundancia de sus frutos.

Que, a estas alturas todavía no sé como manipularos, envueltos, como están, en un erizo para sacar sus frutos. Y mira que soy de campo...

A poca distancia me encuentro con esta tentadora indicación: "Parque Natural de Montesinho"


Pues allá que voy. Entre sombras.

Claros...y castaños

donde no faltan los riachuelos. No sé los kilómetros que hice y deshice para volver a mi ruta. No es que necesitara más soledad de la que traía, pero había que disfrutarlo. 

A nuestro paso por Vila Verde, otra aldea, dibujada en el paisaje.

A la entrada de la población una  escultura recrea las faenas y las "faenadoras" de estas tierras. El perro siempre presente ¡lo sabré yo!

La montura me permite meterme por estos vericuetos.

que no sé yo, si en coche me hubiera atrevido. Pero ver como cuelga el panizo -supongo secándose-, en estos graneros vale la pena cualquier riesgo tomado.

Y digo riesgo, no por el empedrado y estrechos pasos de estas calles, sino por los perros que siempre andan sueltos por aquí. Y unos te reciben con menos cariño que otros. En este caso fue un mestizo de golden retriever que, sin que hiciera falta que sus dueños me advirtieran de su docilidad, algo advertí en su comportamiento que me causó tranquilidad. Su acercamiento solo pretendía que le diera algo para echarse a la boca. La próxima vez que viaje a Portugal u otros sitios similares, en nuestra península, que también los hay, pienso llevar algún tipo de "premio-cebo" para los canes.


Sus gentes, que tanto me recreo observando, pensando cómo transcurrirán sus vidas en estas tranquilas y pequeñas aldeas.

Entre bosques de robles, castaños y verdes prados, llegamos a la villa de Vinhais.

Una ciudad que conjuga la arquitectura histórica y moderna.

Crucero en lo alto de la villa

Murallas del viejo castro, que todavía permanecen en pie.




En tareas de mantenimiento, posiblemente limpieza de carburador.

Antiguos arcos que permiten el acceso al interior de las murallas de la vieja ciudadela

con sus viejas casas adosadas a los muros.



Solar de los Condes de Vinhais -siglo XVIII-

Convento de San Francisco. Empezó su construcción en 1751 y albergó a cientos de frailes. Su mayor atractivo es una eterna higuera, que nació entre la grieta del campanario. Reza una leyenda local que, si se corta, conducirá al fin de la villa.

Continuando entre prados verdes

llegamos a Sobreiró de Cima

Capilla en Sobreiró de Cima

Contemplando bellas parorámicas desde las alturas de estas minúsculas aldeas.

nos perdemos

por estrechos caminos


que siempre te premian con rincones imposibles de descubrir de otra forma

Vi de lejos que algo rodaba por donde yo tenía que pasar. Una enorme calabaza se había caído de la carretilla. Paré para echarle una mano pero no me dio tiempo. 


Continuamos rodando sobre los límites del Parque Natural de Montesinho.



El tiempo se me paró rodando por estos lugares.

Pero no el apetito. Siempre suelo llevar frutos secos por si esto me pasa, pero en esta ocasión, no había hecho provisión de los mismos. Fue entonces cuando mi estomago sintió la llamada a la supervivencia. Los frutos los tenia por todas partes, aunque no caí en la cuenta de esto hasta que, en un campo vi a dos mujeres que se acachaban al suelo y algo tiraban a un cubo. Lo pensé. Seguro que están recolectando frutos. Un poco mas adelante paré a investigar. 

¡Coño! ¿cómo no había caído en la cuenta?. Si estoy rodeado de castaños por todas partes. Encima en esta zona, el fruto está maduro del todo. Aunque ya pensaba yo en utilizar los guantes para sacar el fruto del erizo donde se encuentra. No hizo falta, el suelo estaba sembrado.


Y además gritando para ser sacados fuera del erizo que los envuelve.

Luego vi que algunos habían salido por si mismos al caer del árbol. Y, que frescos estaban.

Menudo manjar cuando tienes hambre. Me supieron a gloria.

Agua si llevaba, como siempre, pero una cerveza bien fría no me vendría mal. A pocos kilómetros , en la travesía de un pueblo de una sola calle, apareció el "Café Central" -que, por el nombre, la situación y el momento me pareció estar en un boulevard cualquiera de Paris- cuando ya de lejos lo vi. Me tomé un par de quintos bien fríos, Tamboleantes -los botellines-, buscando el equilibrio sobre una mesa de la terraza del "Café Central" y, aunque rodeado de cajas vacías de envases y otras muestras de que la limpieza, por aquí, pasa de largo, me sentí como en el Café Central de ese boulevard imaginario de cualquier ciudad imaginaria.


Rodando por el valle de Armeiro.

Con asfalto regular, pero compensado con creces por las vistas que ofrece este recorrido.





Terminando este solitario tramo que buen rato me ha llevado el recorrerlo.

Empiezo a vislumbrar algo de civilización. Aunque sean cuatro casas allá abajo.

El tiempo parece detenido en este lugar, ¿Creéis que se apartó? ¡No! Él me miró y cuando apartó la vista de mi, interpreté que me daba paso. Y yo, pasé.  

Los azulejos que conforman este antiguo cartel publicitario de los años 30, hoy en día considerados como obras de arte. Al igual que nuestro toro de Osborne, son todo un símbolo en los pueblos por los que pasaban, con mas frecuencia que hoy en día,  nuestras carreteras.

Vamos dando cuenta a nuestro paso de pequeñas poblaciones que surgen en el camino,

El tipo de señales que abundan por estas pequeñas poblaciones





Llegamos a Chaves. Antigua ciudad de origen romano que se sitúa sobre un promontorio que domina el valle del río Támega.

Antes llegar al centro urbano encontramos un antiguo emplazamiento militar: Fortificación de Sao Francisco. Que recuerda el pasado de la ciudad como bastión fronterizo.



Paro en la sombra de una alameda para situarme en la ciudad.



Tiempo de tomar un café a mitad de tarde en la terraza de una tranquila plaza, antes de visitar el casco viejo.

y allí nos dirigimos

Torre del castillo

Angostas calles

amplias plazas

y fachadas de edificios notables




Plaza Camoes

Campos de viñedos en nuestro camino hacia Braga, destino último de hoy.

Buen lugar en ruta para tomar la sombra, un buen trago de agua...

...y disfrutar del valle

Al llegar a S. Vicente da Cha, la ruta transcurre bordeando un gran lago.

Y aunque ya va faltando luz al día, todavía se puede disfrutar.

El paisaje invita a olvidarse de que se puede hacer tarde -que se hará-

Y en dirección  hacia donde me dirigía, estas nubes me hicieron recordar lo que, mientras cenaba la noche anterior en Miranda do Douro, había visto por la televisión: Las inundaciones ocurridas en la ciudad de Braga ocasionadas por un fuerte temporal de lluvias.

¿Me pillaran por el camino? ¿No podré entrar a la ciudad? Estas y otras muchas preguntas más pesimistas, pero que no quiero aquí recordar, me embargaban mientras me dirigía hacia ellas. Son los "fantasmas" que, a veces, intentan apoderarse de uno, cuando viaja solo.

Hasta tal punto mi cabeza se llenó de malos presagios, que paré donde parecía había algo de vida a preguntar por el tiempo en Braga.

La respuesta, que no entendí ni un carajo, la interpreté como mejor me venía. ¡Ningún problema!

Y así continué más tranquilo. En ocasiones necesitas de un simple comentario -aunque no lo entiendas- para ahuyentar los pequeños demonios de la mente. De hecho, hasta el sol empezó a relucir, aunque fuera por otro lado a mi sentido  de marcha.

y continué, ya sin divagar con ganas de llegar a Braga. El cansancio se iba apoderando de mi.

Y como ya me iba imaginando, llegué a la ciudad cuando la noche había caído.

No tardé mucho en encontrar hotel en el centro de la ciudad "Hotel Ibis Braga". Situado en el centro histórico de la ciudad. Dejé la moto, me puse cómodo tras una refrescante ducha y me dispuse a dar una vuelta antes de buscar lugar para cenar.



En el restaurante "Bem-Me-Quer" recuperé las fuerzas que, diez horas de moto y los últimos treinta kilómetros de noche, me habían quitado.

Un breve paseo antes de retirarme a descansar, por esta bonita ciudad.

a la cual, mañana, le dedicaré un tiempo que seguramente se merece, antes de partir.

No perdoné el Gin por esta zona. Todavía era pronto para los que hacen de la noche el día, de manera que me marqué otro solitario ensimismado con los recuerdos de la ruta realizada. Una ruta, relativamente corta -360 km-, pero llena de curvas y lugares que bien merecían una parada. Habían sido unas 10 horas sobre la moto, y el cuerpo no estaba para muchos trotes...

3º día; sábado, 11 de octubre de 2014: Braga-Moimenta da Beira; 260 km.
Braga, Grimaräes, Felgueiras, Lisa, Amarante, Mesao Frio, Frende, Santa Cruz do Douro, Santa Leocadia, Ribadouro, Oliveira do Douro, Anreade, Resende, Cambres, Lamego, Granja Nova, Moimenta da Beira.

Mapa de ruta:


Hoy, la ruta prevista será corta en kilómetros, unos 260 km. Cien menos que ayer, pero bastante más lenta por su tortuoso trazado. Antes de iniciar la ruta, dedicaré un buen rato a recorrer y disfrutar de las calles de la ciudad de Braga que, si anoche ya pateé por su casco antiguo, no quiero dejar de hacerlo con plena luz de día. Braga, ciudad fundada por los romanos, es una de las ciudades más antiguas de Portugal.
A escasos 30 metros del hotel, donde acabo de hacer un suculento desayuno para empezar el largo día que me espera, se encuentra la Praça Conde de Agrolongo. Todo un lateral de la plaza lo ocupa el que fuera el Convento del Salvador. En la actualidad es una residencia de ancianos.

En la misma plaza, viejos oficios que se ofrecen, allá donde hacen falta.

Convento Do Pópulo, adosado a la iglesia del mismo nombre. La construcción del convento y su iglesia comenzó en el siglo XVI. Desde 1834 con la extinción de las órdenes religiosas, pasó a ser propiedad de la Cámara Municipal. En la actualidad alberga varias dependencias municipales.

En la plaça do Municipio se encuentra la Cámara municipal de Braga, -Ayuntamiento-. Edificio barroco del siglo XVIII

La casas palaciegas abundan en el centro histórico.

Las iglesias son una constante en esta ciudad de cargado carácter religioso. Braga rivalizó con Toledo y Tarragona, en el medievo, por ser la capital de la religiosidad.

Calle de Raga. Al fondo de la misma se encuentra un portal en forma de arco, llamado "Arco da Porta Nova". Catalogado como Monumento Nacional. Era el antiguo portón de una muralla.

Muralla del Palacio Episcopal

Largo do Paço. El palacio fue la sede de la República Bracarense, finalizada en 1790 por la primera reina de Portugal.

En el centro se encuentra la monumental Fuente de los Castillos, del año 1723.

Fachadas del casco antiguo,

Algunas, en no muy buen estado de conservación,

Otras, mejor conservadas

Rua do castelo.


calles céntricas de la ciudad.

Avenida da Liberdade

En la Plaza de la República se encuentra el edificio conocido como Arcada, construido en 1715, por Rodrigo de Mora Teles.

Iglesia y convento de los Congregados

Inesperada estampida de palomas

Iglesia Ntra. Sra. de Lapa.

Torre de Menagem. La torre del Homenaje es lo único que se conserva del antiguo Castillo de Braga, y está declarada Monumento Nacional. Se encuentra situada en pleno centro de la ciudad.

Esculturas adornando la vía pública.

Eran las 9,30 de la mañana cuando me puse en ruta.

Por buenas carreteras secundarias. Mi primer destino es Grimaraes.

Ciudad, que tampoco hay que dejar de visitar. Aunque para llegar al centro, tendremos que padecer un rato de tráfico intenso. Al menos en moto, hallemos lugar donde aparcar donde, en coche, sería prácticamente imposible hacerlo. Dejamos la moto, nos aligeramos de ropa y a patear se ha dicho. Hay ciudades que es la única forma visitarlas.


Guimaraes es una ciudad medieval y una de las más importantes ciudades históricas de Portugal. Es considerada la cuna de Portugal porque Alfonso Enriquez, primer rey de Portugal, eligió esta antigua ciudad romana como capital administrativa del reino de Portugal.
Al llegar a la céntrica avenida lago do Toural, lo primero que destaca es la iglesia de Sao Pedro


El largo de Toural, una  calle, de las más céntricas de Guimaraes, es la entrada al casco antiguo de la ciudad.

Una amplia calle, a modo de plaza, rodeada de bonitos edificios con bellas fachadas

que nos conducirán al centro histórico.

En el centro histórico podremos disfrutar de sus calles conformadas con multitud de nobles edificios.



La plaza de Oliveira En la misma, se alza la iglesia de Nuestra Sra. de Oliveira, mandada construir por Joao I. Destaca también, en esta plaza, el Monumento del Salado. Monumento conmemorativo de la victoria portuguesa en la batalla del Salado en 1340. En ella, las fuerzas combinadas de Castilla y Portugal derrotaron decisivamente a los benimerines, última nación norteafricana que trataría de invadir la península ibérica.

La plaza de Oliveira es una de las plazas con más ambiente de la ciudad. Sus animadas terrazas,

sus antiguos soportales y fachadas de las casas

impregnan de un carácter especial a esta plaza.

Hasta un Dron, en pleno vuelo, encontramos en esta concurrida plaza.


A través de antiguos soportales accedemos a la Plaza de Santiago. Otra de las más carismáticas del centro histórico de Guimaraes.

Plaza empedrada y rodeada de casas de piedra con balcones de madera,

que mantiene una hermosa traza medieval


En estas antiguas calles perduran viejas costumbres.







Elementos que sorprenden al viajero cuando ve, lo que no espera, al mirar la entrada de un patio.

Camino de la Colina Sagrada


Calle en las cercanías del castillo


engalanada con asombroso "aire" medieval


Subida a la Colina


Tras haber recorrido un largo y entretenido vericueto de calles llegaremos a La Colina Sagrada, la zona con más historia de Grimaraes. En la colina se encuentran tres de los reclamos mas conocidos de la ciudad: El Palacio de los Duques de Bragança, la capilla de San Miguel do Castelo y el Castillo de Grimaraes.
La estatua del rey Alfonso I de Portugal preside la Colina Sagrada, junto al palacio Ducal

Palacio de los Duques de Bragança -siglo XV-. Es actualmente uno de los monumentos más importantes de Portugal.


Parte trasera del Palacio

El rey y su castillo.

Entre el palacio Ducal y el castillo se encuentra la capilla románica de San Miguel do Castelo, donde presuntamente fue bautizado el rey Alfonso I de Portugal. Servía de capilla real.


El Castillo de Guimares fue mandado construir en el siglo X por la condesa de Mumadona. El castillo ha sido asociado al nacimiento del reino de Portugal.

Recorrer los alrededores de la fortaleza se hace imprescindible para hacernos una idea de la envergadura de esta fortificación defensiva.




Iglesia de San Gualter. Obra del arquitecto André Soares, iniciada en el siglo XVIII y acabada, al añadir dos torres, a mediados del siglo XIX,  por un arquitecto de Oporto.


Con este bello rincón finalizamos nuestra visita a Guimaraes.

La mañana se me ha ido visitando Braga y Grimaraes. Era imprescindible. Tenía ganas ya de coger la moto y avanzar la ruta.

pero sin dejar pasar de largo los lugares que hay en ella.

porque, entre viñedos


y escondidas iglesias, si el viajero, va con los ojos abiertos


Se esconden verdaderos tesoros, ajenos a los ojos de aquéllos que andan con prisa. Esta antigua calzada romana es uno de ellos.

Hay que bajarse de la moto y si no descalzarse para andar por ellas, sí rendir tributo como se merecen las antiguas vías de comunicación construidas por los romanos.

Capela do Encontro, en  Santa Marta

Y, si no de los romanos, muy cerca de su época son estos vestigios que descubrí, gracias a lo que parecía ser su reclamo: Una motocicleta curiosamente colgando en la acera junto a la mismísima orilla de la carretera. 

Fuere reclamo o no, a mi me llamó la atención y no tuve mas remedio que parar para disfrutar de las viejas glorias. ¿Que hacian alli? ¿Taller? No vi sus huellas. ¿Exposión?. Lo dudo, ¿así, a palo seco? ¿Estarían almorzado sus dueños tras una rodada? Pudiera ser... Y mis razones tengo, como más adelante podremos comprobar en mi ruta de mañana. 


Con mis cábalas sobre la original "exposición" de ciclomotores, como si de gigantes se tratara, y sorteando la ruta del Románico...

Llegamos a otra ciudad con mucho encanto: Amarante, localizada a la ribera del río Tâmega.

Paré aqui con la idea de comer en una de las terrazas traseras  de estos restaurantes, que dan a la orilla del río, pero estaba abarrotado de gente y una hora tendría que esperar. Decidí pues, continuar con mi visita y comer por el camino, una vez saliera de esta ciudad.

 Calle por donde vine


Al finalizar la calle,


 aparqué la moto antes de cruzar el puente.

El puente que luego tendré que atravesar

Ponte de Sao Gonçalo -siglo XVIII-, sobre el río Tâmega y situado junto al convento de San Gonzalo.

El puente está adornado por un par de cimborrios barrocos en cada tope del mismo.


Detalle de uno de los cuatro cimborrios.

Iglesia de Sao Gonçalo

Esas terrazas sobre el rio, son las de los restaurantes,

Si, en el puente de Sao Gonçalo está permitido la circulación.

Desde este lado del rio, Amarante ofrece una bella vista a orillas del río.


Câmara municipal de Amarante

Con esta imagen de Amarante, abandonamos la ciudad.

Son las 2,30 del medio día, y al poco de salir de la ciudad encuentro una sencilla taberna a orilla de la carretera. Este será el lugar para tomar algo frugal y continuar ruta. Mucho me queda por recorrer durante la jornada de hoy.

En Mesao Frio, nos desviamos hacia el oeste. Haremos un bucle de ida y vuelta siguiendo el curso del río Duero por ambas orillas. Una ruta de unos 70 km., que me llevará un buen rato. Llegaremos hasta Santa Leocadia para cruzar, en Ribadouro, a la otra orilla y volver por el lado sur del Duero hasta Lamego.


Iglesia Mayor de San Nicolau en Mesao Frio.

Allá abajo se divisa el cauce del rio


Desde Barqueiros obtenemos estas panorámicas.


Sucesión de freguesias -pedanías o barrios- en la ruta por las riberas del Duero.

Tomo un desvío que me llevará a un mirador, desde el cual, se puede contemplar una amplia panorámica del valle surcado por el Duero.

Mirador San Silvestre 

Tras deleitarme un rato con estas vistas desde las alturas.



Hay que deshacer la pronunciada subida,

en pronunciado descenso. Con un ojo en las sinuosas y empinadas curvas

y otro en las expléndidas vistas que nos ofrece el valle desde las alturas

Mas adelante encontramos otro mirador. En esta ocasión al lado de la carretera.

Mirador Nuestra Sra. del Socorro -no siempre es tan fácil la traducción del portugués-

Las barbaridades del ladrillo, compiten vergonzosamente con el mirador.

Tierra de viñedos.

En Ribadouro,

bajando de las alturas por las que ha trascurrido la ruta,


hasta llegar al nivel del río


Un breve respiro antes de pasar al otro lado del Duero.

Oporto lo tenemos a unos 70 km. pero seguimos con nuestra ruta de interior.


El puente que nos llevará a la otra orilla


Tenemos el curso del Duero a nuestra izquierda.

Hacemos el recorrido inverso en dirección Lamego. Una ruta entre sierras,

y campos de cultivo


Caldas de Aregos, situada a orillas del Duero. En esta población se encuentran los baños de Caldas de Aregos que se han convertido en uno de los mejores balnearios termales del país, reconocidos por su valor curativo. También dispone de zona deportivo fluvial.

"Hospederia Portugal" con aspecto actual de total abandono. Da idea de la historia vacacional de esta población.

Los viñedos en la ribera del Duero, son una constante.


Carrasca centenaria al borde de la ruta.

Paisajes de Alagoa

Desde el término de Molaes (Penajoia), nos despedimos del paisaje referencia durante un buen tramo: El Duero y los bancales de viñedos.

Umbrías en la ruta.

 Sensaciones de absoluta soledad.

En la medida que ganas altura el paisaje se abre

Lamego será la última ciudad de paso antes que la noche se me eche encima. Situado en el barrio alto de la ciudad y a 543 metros de altitud se encuentra el castillo de Lamego. Constrido en el siglo XII y catalogado como Monumento Nacional. Destaca su Torre del Homenage, almenada, de más de 20 metros de altura. 

Avenida Alfredo de Sousa, donde se localizan los 4 estanques con las esculturas de la mujer de color blanco, representando las cuatro estaciones del año. Esta avenida es el punto de partida hacia el Santuario de los Remedios.

Santuario de Nuestra Señora de los Remedios. Situado en el alto de la montaña y con una imponete escalinata adornada con multitud de esculturas de piedra y fuentes, sirve de acceso al mismo.

Dudé si hacer parada y fonda en esta ciudad o continuar la ruta. A pesar del comienzo de una incipiente llovizna y a punto de caer la noche, seguí. Y cuando menos me quise dar cuenta, iba yo por un lugar que no sabía muy bien donde se encuentra. Realmente perdido en una noche muy cerrada y lluviosa . Cuando vi un humilde bar al lado de la carretera donde intuí algo de vida, paré para tomar algo, tan solo para tener escusa y entablar conversación con algunos de los tertulianos que allí habían. La idea era orientarme algo de donde estaba y preguntar si tardaría mucho en encontrar lugar donde pasar la noche. Alguien de ellos, presto se ofrecio a informarme de que más adelante, en la siguiente población no tendría problemas para alojarme. Así, aunque con lluvia, de noche y muy cansado, me arriesgue a que la información recibida la había entendido bien.
Así fue, hay veces que la suerte se alía con el cansancio de uno. Eran las 8,30 de la noche cuando llegué al hotel situado en las afueras de Moimenta da Beira. Tan solo les quedaba una habitación, que daba justo al lado o arriba, -que tampoco recuerdo tanto-, de donde se iba a celebrar el banquete de celebración de una boda, -si, hay gente que continúa casándose-. Bien -dije yo- tomo la habitación y si no puedo dormir por el presunto jaleo, me uniré a ellos.
Después de atizarme este puchero de estofado con castañas, típico de la zona, y una buena dosis de tintorro, que falta me hacia, no fue necesario unirme a la fiesta, para sobrellevar el ruido. Ni me enteré de que muy cerca de mi, se estaba celebrando el banquete de un casamiento con orquesta en vivo y en directo. Son las ventajas de una jornada realmente agotadora.


4º día; domingo, 12 de octubre de 2014: Moimenta da Beira - Valencia; 1.023 km
Moimenta da Beira, A de Barros, Sernancelhe, Ponte do Abade, Rio de Mel, Trancoso, Alverca da Beira, Freixedas, Carvalhal, Guarda, Vilar Formoso, Fuentes de Oñoro, Carpio de Azaga, Ciudad Rodrigo, El Bodón, Villasrubias, -Puerto de Perales (910 m.)-, Perales del Puerto, Moraleja, Coria, Torrejoncillo, Portezuelo, Cáceres, Trujillo, Navalmoral de la Mata, Talavera de la Reina, Toledo, Aranjuez, Ocaña, Tarancón, Valencia.

Mapa de ruta:



Por la mañana, madrugué. Tanto, que todavía no estaba abierto la cafetería para poder desayunar. Así, que me enteré, en que lugar me encontraba: Moimenta da Beira "Hotel Verdeal"

Disfruté del amanecer.


recorrí las instalaciones que disponia el hotel

Y llegué el primero. Siempre hay una primera vez.

Con una temperatura fresquita y el sol despertando se me antojó una buena jornada de moto.

Tras el desayuno, atavié con mis aparejos a mi compañera. Fiel como siempre, se dejó hacer.

Buscaba yo unos buenos ejemplares de castaño, típicos en las entradas de muchas poblaciones de esta zona. Seguramente como rindiendo tributo a una parte muy importante de su economía. Una muestra muy representativa de ello la podemos encontrar en la entrada de Sernacelhe, para lo cual me tuve que desviar unos pocos kilómetros de mi ruta.


Y, la recompensa, en esta ocasión -por desviarme de la ruta, digo- fue coincidir con un grupo de moteros, bien ataviados con sus chupas, y hasta con coche de asistencia, que se disponían a hacer su ruta matinal. Tras la consabida charraeta: ¿de dónde vienes? ¿cuál es tu destino? ¡vaya moto que llevas!, etc., me invitaron a hacer la ruta con ellos, cosa que les agradecí, pero mi ruta era algo mas larga. Tras dejar una impronta con los que de forma instantánea consideré mis colegas y comentar, que tanto ellos como yo nos podíamos mojar...

...partimos. Ellos por un lado. Yo por otro.

Y empezó a lloviznar. El entorno con el olor a humedad de la lluvia y una suave temperatura hacían de viajar en moto un verdadero placer.

A  nuestro paso por la pequeña aldea de Ponte do Abade.

El puente que le da nombre salvando el río Távora

El trazado discurre por zona boscosa.

Benvende es una pequeña aldea en mi ruta hacia Trancoso que me hará detener. Algo me dice que encontraré rincones como estos.

Construciones de piedra.

y calles empedradas.

rincones llenos de magia.

y de silencio. Mucho silencio...del que se escucha.

La lluvia se da un breve descanso

Muy breve. De nuevo con lluvia llego a la ciudad medieval de Trancoso, ciudad perteneciente al distrito da Guarda. Una de las puertas de entrada a la ciudad.
 

Ciudad totalmente amurallada.

murallas que deberemos cruzar para entrar a la ciudad



Calles de Trancoso

Plazas

y jardines en el interior de la muralla

 Casa del siglo XIV, con porche sostenido por columnas. Fue, durante la Gerra de la Independencia contra las tropas de Napoleón, la sede de Beresford, comandante en jefe de las tropas anglo-lusitanas.

La conservación de esta población es exquisita.



Pelourinho (picota) e Iglesia de Sao Pedro.

Casa dos Arcos

En las afueras de las puertas de San Juan

Desde extramuros, observamos el recinto amurallado de Trancoso

En la parte norte del pueblo emerge el monumental castillo moro, recordando que el lugar fue dominado por los sarracenos en el siglo X.

Las calles de extramuros también empedradas.

Volvemos a entrar por otra puerta a la ciudad amurallada.

Ayuntamiento de Trancoso. Edificio de estilo románico-neoclásico

La judería

Las fachadas más antiguas de la ciudad muestran que aquí vivió una gran comunidad judía durante la Edad Media. Perderse por aquí es entrar en otra época.

 Puerta de entrada al castillo

Me perdi como a mi me gusta

por estas laberínticas callejuelas

No hace falta que me digas nada. Sé que tú también lo estás disfrutando.

Abandonando la ciudad de Trancoso lleno de sensaciones placenteras. La lluvia, mientras he realizado el recorrido a esta antigua ciudad a ayudado  sentir estas sensaciones con mayor intensidad.

Se despeja el tiempo

y todavía con olor a tierra mojada aunque con asfalto seco, disfruto de los bosques por los que trascurre la ruta

Caserios en la ruta en cuanto abre el bosque

Freixedas, será la última ciudad que visitaré antes de llegar a Guarda. Una freguesía del concejo de Pinhel de poco más de 1.000 habitantes.


Situada en las afueras de la población

encuentro una verdadera joya. Una fuente romana


Antiguos desagües

No se me escapan las faenas de sus moradores. Y sus otros habitantes "los perritos", que tanto me han acompañado a veces, asustado otras, por estas tierras.

Nos perdemos por esta población

y descubrimos viejas calles empedradas como estas

En el centro de la población se encuentra la iglesia matriz de Freixedas

Oí las campanas tocar. Me pareció que era los toques para la misa. Las mujeres, en su forma de ir ataviadas me lo confirmaron.

Calles con rancio sabor a lo antiguo

y fachadas antiguas restauradas. Unas con mayor acierto que otras.

Resulta curioso encontrar en una pequeña población de 1.000 habitantes otra monumental iglesia.

Rincones de la población

Vieja escuela de primaria de 1913. Parece, por la grúa, que en estado de reconstrucción.

En las afueras de la población, en una de las zonas más elevadas de Freixedas, encontramos un antiguo molino de viento transformado en altar de Nuestra Señora.

Un fuerte viento fue mi compañero durante los 30 kilómetros que me separaban del último pueblo a visitar de Portugal: Guarda.
Guarda es un pintoresco pueblo ubicado en lo alto de una montaña. Con 1000 m de altitud, es sin duda la ciudad más alta de Portugal, y como tal, es fría y ventosa la mayor parte del año. Dista a escasos 40 kilómetros de la frontera con España. Guarda se fundó en 1197 para proteger la frontera de los españoles y los moros.
Lo primero que busqué cuando llegué a Guarda fue cobijo. La lluvia había arreciado, el viento ya lo traía hacia rato, la niebla se estaba apoderando de la ciudad y el frío de mi. Era el medio día, así que aproveché que a escasos metros de donde dejé la moto había una cafetería que me serviría para llenar el estómago, secarme y entrar en calor.

Cuando salí, mi moto habia quedado sola. Con este tiempo, mejor en casa calentito -pensé yo-


Ese pensamiento no me iba a impedir al menos dar un breve recorrido por alguna de sus centricas calles.

Iglesia barroca de la Misericordia


y aunque por zonas prohibidas a la circulación, llegué a la plaza.       
   

Plaza Luis de Camoes, corazón de la ciudad.


Donde se ubica la Sé -Catedral de Guarda-

La densa niebla impide apreciar la bella fachada de este templo medieval, de estilo gótico-manuelino.


Cuando volví a donde había dejado la moto habían unos chilenos alrededor de ella -les llamó la atención ver alguien en moto con el tiempo que hacía-. Me pidieron permiso para subirse a ella y tomar fotos. Accedí muy gustoso, y mantuvimos una alegre y mojada charla.

No me dejaron hasta conseguir una foto mía montado en la moto.




El tiempo no acompañaba para dedicarle más tiempo a esta ciudad que sin duda se lo merece. Además que tengo unos cuantos kilómetros por delante si quiero llegar hoy a Valencia.

Salí de Guarda con mucha lluvia. Tras recorrer unos 40 kilómetros me encontraba en el paso fronterizo de Fuentes de Oñoro, provincia de Salamanca. ¡Estaba de nuevo en España!

Me despojé del chubasquero y mientras tomaba un café bien caliente y el chubasquero se escurría, mis pensamientos se remontaron 20 años atrás, tratando de imaginar como seria este lugar cuando las fronteras no estaban totalmente abiertas y las aduanas ejercían el control en las mismas. Fue en el año 1995 cuando el paso fronterizo y la aduana quedaron abiertas y sin restricción a la circulación.


Disfruté del café absorto en esos pensamientos, cuando al poco...

ya rodaba por tierras salmantinas.

Con Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca, a la vista

Solo de paso, contemplaré esta ciudad, que bien valdría una visita, pero que dejaré para otra ocasión.

¿Pongo rumbo a Valencia?
Con el mapa en la mano, decido aprovechar lo que queda de luz de día y en vez de ir a Valencia por Salamanca y Madrid, que hubiera sido lo más rápido, decido añadir unos 140 kilómetros más a la jornada y bajar por Cáceres. Evito de esta forma la autovía y disfrutaré de las dehesas, salmantinas y extremeñas.

Se podia intuir, que el tiempo iba a empeorar en la medida que avanzaba. Fue un poco antes de llegar al Puerto de Perales cuando me metí o ella se metió en nosotros -digo la tormenta- lo único que pensaba en medio de una gran soledad, era que la moto no se me parara y por supuesto que no era momento para despistarme. Fue poco más de media hora que se me hizo eterna. Ni un coche me cruce o quizás ni lo vi, pues era tan densa la niebla, la lluvia y el viento que llegué a pensar que aquello no tenía salida.

Paré para repostar, pero sobre todo para hablar con alguien y decirme a mi mismo que todo había pasado. Ante la cara de desconcierto del empleado cuando me vió aparecer, le dije: ¡Sí, acabo de pasar el puerto como he podido! No se si me entendió o no, pero sonrió.

El temporal de lluvia había pasado

Aunque la lluvia continuó, el epicentro del temporal lo había dejado atrás. Esto ya me parecía que era todo un lujo, rodar en estas condiciones de lluvia pero con plena visibilidad. Había pues que volver a disfrutar.

Dehesas en la provincia de Cáceres

Así que me vuelvo a recrear en el entorno, con un penetrante olor a tierra mojada.

Mas nubarrones en el horizonte. Pero nada sería igual a lo pasado.

Me deshago del chubasquero. Ha parado de llover.

Y entro en Cáceres.

recorrí parte de su casco antiguo.

Iglesia de Santiago de los Caballeros. Un templo cristiano situado fuera del recinto amurallado, en la zona de Caleros.

Portada de la Epístola


Calles de Cáceres



Entrando al recinto monumental de Cáceres

Y aquí, sin pretenderlo la lié. Iba de subida por una calle muy empinada y con su empedrado mojado por la lluvia. El ruido emitido por los neumátícos era muy escandaloso. En el extremo de la subida, una gran plaza, que era a donde yo iba. Pero cuando allí aparecí con el escándalo producido por las piedras mojadas, los neumáticos derrapando en la última cuesta aparezco con el morro de la moto y me veo a un grupo de turistas de 20 o 25 personas con su respectivo guía cuyas miradas al unísono se dirigen a mi -por el escándalo producido- tierra trágame pensé. No rodé hacia delante ni un metro más. Como pude, dejé caer la moto hacia atrás hasta desaparecer de su vista, y volver por donde había venido. 
Lugar donde dí la vuelta hacia donde había venido. Como ya no me veían los que seguro se habían llevado un buen susto, me detuve para sacar una foto de recuerdo del lugar: Vista general de la portada de la Iglesia conventual de la Compañía de Jesús en Cáceres.

Bajando por donde había subido,

Saliendo de la ciudad

Vista general de Cáceres

Una ciudad que, sin duda, volveré para honrarla como se merece.

Y terminar de visitar su recinto monumental.

Ahora si, mi regreso a Valencia es inminente. Eran las 8.30 de la tarde, ya anochecido, cuando me encontraba en Trujillo. Llevaba casi 500 kilómetros de ruta y tenía que pensar si me quedaba por allí a pernoctar o continuaba hacia Valencia, de donde me separaban 580 km.


Tenia que pensarlo y nada mejor, puesto que tarde ya era, que delante de unas buenas viandas y una buena copa de tinto para tomar decisiones.

Y la tomé: Aunque evito conducir de noche y por autovía, será lo que haré, me quedaban ganas de ir en moto. Conduciré -porque de noche y por autovía, ni es viajar ni mucho menos rutear-, hasta que me canse y donde esto ocurra, paro y mañana más. Bueno, como el cansancio no fue extremo, a base de cafés y, la lluvia, que de vez en cuando hacia aparición, lo cual obligaba a más concentración, hice los 580 km hasta llegar a Valencia. Eran las tres de la madrugada cuando llegaba a casa.
Había sido una jornada de 1.023 km. Sólo al pensarlo, me sentí algo cansado. Pero ya en casa.

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